El sonido del qanun que toca el palestino Ali Amr se mezcla con la melodía de la flauta dulce de la israelí Tali Rubinstein y el violín del jordano Layth Al-Rubaye. Unos segundos más tarde se unen los sonidos de la guitarra española y el zapateao flamenco. El resultado es ‘Promesas de Tierra’, un disco que no entiende de fronteras, en el que se fusionan la cultura sefardita, cristiana y andalusí.
Músicos de Jordania, España, Israel y Palestina, que fueron o son todavía alumnos en la prestigiosa Escuela de Música de Berklee, se han reunido bajo la batuta de Javier Limón, productor de discos como Lágrimas negras, y director artístico del Instituto Mediterráneo de Música en Berklee.
Es un proyecto que abre la ventana a una nueva propuesta sonora, que se apoya en la diversidad cultural. “Mientras los judíos aportan la organizacion, el arreglo y la armonía, los palestinos aportan lo contrario, la improvisación y la melodía. Es bonito y curioso juntar estas dos culturas, una tan dedicada y respetuosa con lo que se ha pactado como la sefardí, y otra tan loca y dada a la improvisación como la árabe”, explica Limón desde Republica Dominicana donde se encuentra impartiendo una clase magistral.
‘Promesas de Tierra’ ha dado la oportunidad de ver una imagen no muy frecuente, israelís y palestinos tocando juntos. El productor español afirma “estos chicos empiezan a ser de las primeras generaciones liberadas de los prejuicios que tanto alejan a sus predecesores”.
Entre este grupo de músicos destaca Ali Amr, joven palestino que empezó a tocar el qanun a los seis años, mostrando a una edad temprana su virtuosidad con este instrumento y con el cante. Ha viajado por todo el mundo con su música, pero este disco le ha brindado una oportunidad única. “En Palestina, nunca podemos tocar con músicos de Israel debido al problema político. Este ha sido uno de los pocos proyectos que me han permitido tocar con ellos”, explica Amr.
Tali Rubinstein también empezó a tocar a una edad temprana, 12 años. Durante el servicio militar, obligatorio para hombres y mujeres en Israel, continuó su pasión por la música.y formó parte de la banda musical de la Fuerza Aérea.
Rubinstein cuenta que fue un poco raro al principio tocar con alguien de Palestina, “nunca antes había tocado con un palestino. No había tenido la oportunidad ni si quiera de conocer a ninguno hasta que llegué a Boston para estudiar en la escuela de música. Y esto me hizo pensar qué extraño que somos de la misma región pero nunca había conocido a nadie de allí. Entiendo el porqué pero fue extraño que no hubiera pasado antes”.
Limón afirma que muchas veces la mejor música es resultado de un gran dolor, “hoy en día, algunos de los mejores músicos provienen de Oriente Próximo, una de las partes del mundo más conflictiva”.
Promesas de Tierra es un proyecto que muestra que la música no entiende de conflictos y que, en cambio, ayuda a construir puentes entre pueblos enfrentados.
Como recita la caratula del álbum, “estos chicos son las promesas de una tierra prometida”.